En los años 60 del siglo XX, una tecnología hasta
ahora prácticamente desconocida, comenzó a desarrollarse de forma espectacular
en algunos países. La posibilidad de comunicarse de un lado a otro del planeta
se hizo real. Esto supuso que las industrias dedicadas a las Tecnologías de la Información y Comunicación crecieran tres y cuatro veces más que el resto,
llegando a convertirse en grandes corporaciones multinacionales. Las nuevas
tecnologías se implantaron en poco tiempo en la sociedad, tanto en el terreno
laboral como en el personal, naciendo así la llamada sociedad de la
información, que cambió la forma de concebir el mundo, las comunicaciones, la
información.
Las posibilidades que estas tecnologías supusieron
para las personas, eran impensables hasta el momento. No solo incorporaron
estos artefactos a sus vidas para usarlos de forma convencional, sino que (y
esto es lo más importante) los modificaron.
Algunos usuarios, a los que
llamaremos nativos, empezaron a construir nuevos programas, nuevos sistemas operativos y múltiples aplicaciones para adaptar los equipos, la tecnología a sus
necesidades.
La
informática se puso al alcance de todos. Se desarrolló un conocimiento social al
margen de la educación formal, de empresas y organismos.
Y aunque este
conocimiento dependía de si el individuo nacía en un país desarrollado o no, o
en el seno de una familia o en otra, se dio la paradoja de que en numerosas
ocasiones, los alumnos disponían de mayores aptitudes y conocimiento de todas
las nuevas tecnologías que las propias instituciones educativas. Esta
revolución tecnológica supuso también que se acrecentara aún más la brecha entre
los países que incorporaron estas nuevas tecnologías y los que tardaron en
hacerlo, o simplemente no lo hicieron. (Nuevos alfabetismos, 2008)
Avanzando
en el tiempo, después de la Segunda Guerra Mundial, los gobiernos de algunos
países pusieron en marcha campañas de alfabetización con el fin de enseñar a la
población (casi en su mayor parte campesinos analfabetos) actividades propias
de las economías y sociedades modernas a las que intentan imitar.
Se trataba de
adiestrar obreros para que cubrieran las
necesidades de la industria capitalista y en la mayoría de las ocasiones
suponía que estos perdieran su cultura tradicional. Pero ¿eso era educación? En
muchos casos la riqueza material de algunos de esos países aumentó, pero la distribución
de la misma fue muy desigual y la inversión en educación escasa.
La
Revolución Industrial cambió radicalmente la sociedad. Se formaron grandes
ciudades industriales que vieron multiplicada su población por la emigración
rural. Esto llevó consigo la necesidad de control de estas urbes mediante
documentos administrativos como censos, ordenanzas, etc. A la vez el gran
desarrollo de la industria creó unas necesidades de mano de obra especializada,
que supiera manejar maquinaria compleja, con componentes numerados y rotulados,
nuevas tareas de control de trabajo, administración, etc.
Todo esto llevó
consigo unas nuevas exigencias: las personas tenían que aprender a leer y a
escribir. La educación formal todavía era casi exclusiva de las clases altas, y
fueron aparecieron instituciones públicas y privadas específicamente destinadas
a enseñar a leer y a escribir. No interesaba que las personas mejoraran su
nivel de vida. Se trataba solo de formar mano de obra cualificada para las
necesidades del aparato productivo.