La
Revolución Industrial cambió radicalmente la sociedad. Se formaron grandes
ciudades industriales que vieron multiplicada su población por la emigración
rural. Esto llevó consigo la necesidad de control de estas urbes mediante
documentos administrativos como censos, ordenanzas, etc. A la vez el gran
desarrollo de la industria creó unas necesidades de mano de obra especializada,
que supiera manejar maquinaria compleja, con componentes numerados y rotulados,
nuevas tareas de control de trabajo, administración, etc.
Todo esto llevó
consigo unas nuevas exigencias: las personas tenían que aprender a leer y a
escribir. La educación formal todavía era casi exclusiva de las clases altas, y
fueron aparecieron instituciones públicas y privadas específicamente destinadas
a enseñar a leer y a escribir. No interesaba que las personas mejoraran su
nivel de vida. Se trataba solo de formar mano de obra cualificada para las
necesidades del aparato productivo.