Las posibilidades que estas tecnologías supusieron para las personas, eran impensables hasta el momento. No solo incorporaron estos artefactos a sus vidas para usarlos de forma convencional, sino que (y esto es lo más importante) los modificaron.
Algunos usuarios, a los que llamaremos nativos, empezaron a construir nuevos programas, nuevos sistemas operativos y múltiples aplicaciones para adaptar los equipos, la tecnología a sus necesidades.
La informática se puso al alcance de todos. Se desarrolló un conocimiento social al margen de la educación formal, de empresas y organismos.
Y aunque este conocimiento dependía de si el individuo nacía en un país desarrollado o no, o en el seno de una familia o en otra, se dio la paradoja de que en numerosas ocasiones, los alumnos disponían de mayores aptitudes y conocimiento de todas las nuevas tecnologías que las propias instituciones educativas. Esta revolución tecnológica supuso también que se acrecentara aún más la brecha entre los países que incorporaron estas nuevas tecnologías y los que tardaron en hacerlo, o simplemente no lo hicieron. (Nuevos alfabetismos, 2008)